A través de la web del Museo del Prado, descubrimos dos de sus óleos en los que aparece el vacuno de la zona de por aquel entonces, por tanto íntimamente relacionado con los llamados Toros de la Tierra y la Casta Jijona.
Habida cuenta de la escasez de documentos gráficos, fotografías, dibujos, pinturas, éstas de Aureliano de Beruete tienen su valor y por varios motivos:
1. "Orillas del Manzanares", (1877-1878)
Lo realmente valioso, es la aparición de ganado vacuno pastando por uno de los feudos tradicionales de la casta jijona o de toros de la tierra, como es el caso de la cuenca del Manzanares. Este río es un afluente principal del Jarama, el cual daba nombre a este tipo de ganado: "los toros del Jarama". Recordar que la casta jijona, con raíz manchega, está fuertemente emparentada con las piaras de vacuno que pastaban por la sierra de Madrid y sus principales riberas. La imagen es evocadora, y representa un día cualquiera en la vida de un vaquero al cuidado de su ganado a orillas del Manzanares y con Madrid al fondo.
Aunque no con mucho detalle, sí que se pueden deducir ciertos aspectos característicos en cuanto a la morfología del ganado, sobre todo pelaje y encornadura, así como la indumentaria del pastor con una típica manta vaquera y sombrero al uso.
2. "En los altos de Fuenfría". (1891)
Explica un momento muy importante en el devenir de las principales ganaderías de la sierra de Madrid, caso de Martínez, Aleas o Gómez. Los movimientos del ganado que tenían lugar desde comienzos del verano hasta finales de otoño para aprovechar zonas con un pasto muy más fresco, dieron lugar al cruce con el ganado manso que pastaban en los puertos que separaban las provincias de Segovia y de Madrid. Desde Colmenar Viejo, parte de estas ganaderías se trasladaban a pie hasta unas zonas de pastos comunales y con total ausencia de vallado. Si a esta circunstancia añadimos otra, como lo abrupto del terreno, prácticamente se imposibilitaba que los cuidadores pudieran evitar que se produjeran contactos entre ganado de diferentes tipos. Todo ello supone un punto de inflexión en cuanto a la conservación de la bravura de estas vacadas, ya que esta empieza a degenerar, así como también en la modificación de aspectos tipológicos de los animales.
André Viard, en su revista bimestral Tierras Taurinas, opus 31 de marzo/abril 2015 que tituló "Casta Jijón, Los Toros de la tierra" en las páginas 88 a 92, habla sobre ello, y localiza en la zona del Prado Toril el escenario donde tuvieron lugar estos hechos. Luis Fernández Salcedo, en su libro "Diano", sobre la ganadería de Vicente Martínez, dedica varias páginas (42 a 50) a esta cuestión. De tal manera cuenta lo siguiente:
"Pastos del Paular: Origen de la decadencia.
Al adquirir mi suegro la ganadería de Fuentes, en 1852, empezó a llevar vacas al término del Paular en unión de los ganaderos X y Z, cuyos respectivos ganados pastaban en aquél término desde el 1 de junio hasta fines de otoño.
Todos sabéis que el término del Paular es una de las estribaciones de la Sierra del Guadarrama, cuyos límites por la parte norte son la cresta de la misma, que confina con la provincia de Segovia, a cuyos vértices afluye durante el verano todo el ganado vacuno de aquella comarca.
Como en los límites de ambos términos no existen tapias para dividirlos, resultaba que el ganado bravo se mezclaba constantemente con el manso, sin que los vaqueros pudieran evitarlo por lo accidentado del terreno, cuyas consecuencias se patentizaban al año siguiente en la parición de las vacas.
Pastos de Navacerrada: Continua la decadencia.
Preocupado o alarmado mi suegro con lo que podía suceder si continuaba llevando su vacas al término, pensó muy cuerdamente sustituir aquellos pastos con los de Navacerrada (...) pero sin tener en cuenta que faltaba completo aislamiento del ganado. (...) el caso es que hasta 1890 no reformó las tapias que estaban completamente abandonadas.
Es indudable que las consecuencias de estas faltas y eficiencias que acabo de expresar han sido el origen de la decadencia de nuestro ganado por haberse mezclado primero con los sementales de X y Z y después con las reses de Segovia y Navacerrada".
Continúa diciendo: "(...) Preguntad a los ancianos del mismo cómo era el primitivo ganado del difunto Pablo Esteban, cuando en 1860 empezó a formar su ganadería, y éstos os dirán que era parduzco, castaño claro y hocico blanco. Vosotros conocéis este ganado, que en la actualidad pertenece a Pascual de la Rubia (yerno de aquél), y ya sabéis que es retinto, jijón, berrendo y con tipos completamente distintos a los de su primera época, lo cual revela y evidencia la unión de aquel ganado con el nuestro. Observad hoy las reses de nuestra ganadería, y veréis que casi una tercera parte de las vacas han perdido completamente el tipo de su primitiva raza, el pelo jijón, que era el característico de las misma, va degenerando en un color claro y descolorido, lo cual atestigua también de una manera indudable la procedencia del ganado de Pablo Esteban. Fijaos también en los toros y veréis igualmente que, aparte de los pelos, tan distintos a los antiguos, hay bastantes bociblancos y corniblancos, sus extremidades son parduzcas y sus tipos feos y bastos, todo lo cual demuestra lo que anteriormente acabo de expresar".
Lo representando en este óleo no puede ser más ilustrativo: terreno accidentado, animales de diferentes tipos y pelajes. Son tres los que aparecen, y cada uno muestra una tonalidad distinta: uno retinto, otro pardo y otro bien pudiera ser jijón bermejo. Llama la atención el toro situado en el medio, ya que es parduzco, bociclanco y corniblanco. Casualmente en la pintura se muestra y se repiten los rasgos descritos años después por Salcedo en su libro de Diano. Con lo cual este paraje de los Altos de Fuenfría, como bien pudo ser el Prado Toril o los pastos del Paular o Navacerrada, se dibujan como escenarios donde pudo tener lugar estas mezclas de ganado y que determinó que posteriormente que se realizaran cruzas con otros encastes.