La escasez de documentos gráficos sobre el toro de Casta Jijona es uno de los principales inconvenientes que existen para establecer un patrón morfológico sobre esta variedad de vacuno de lidia. Cualquiera que tenga interés en profundizar sobre este aspecto, deberá intentar ir más allá de lo que considerado como indiscutible y alejarse de teorías y suposiciones, que en la mayor parte de las ocasiones son tan carentes de rigurosidad como incluso malintencionadas.
Ante esta situación, no queda otra opción que recurrir a fondos documentales de la época. Los archivos digitales de la Junta de Castilla y León y de la Biblioteca Nacional son dos fuentes de obligada consulta si queremos conocer buena parte de la historia y evolución del toro de lidia. Allí se encuentran tanto crónicas como reportajes de gran valor. El caso de esta fotografía es uno de estos ejemplos.
En la portada del número 204 del 30 de abril de 1908, del semanario taurino editado en Barcelona, "Fiesta Nacional", aparece una preciosa fotografía de Yrigoyen de dos toros en el campo la cual únicamente lleva por título "¿Nos elegirán?". Nada se menciona acerca de la ganadería, sin embargo aporta varias pistas, quizá suficientes como para sospechar que se trate de ganado jijón, y más concretamente de la histórica vacada de Aleas. Veamos por qué: partiendo del entorno y hasta llegar al individuo, en este caso los dos astados protagonistas, observamos que se trata de un paisaje serrano, donde destaca una loma, con cercados de piedra, en el que un vaquero, de cuya montura destaca una llamativa manta a cuadros, vigila a dos imponentes ejemplares, ambos con una particular señal en una de sus orejas, y concretamente, en uno de ellos, el que aparece de pie, destaca un nítido número 9 marcado sobre sus costillares.
Todo apunta a que Yrigoyen hubiera tomado esta imagen en la ganadería madrileña de Aleas. Los motivos son varios: el característico campo de Colmenar Viejo y de toda la sierra, con sus prados y cierres de piedra de estilo constructivo propio de la zona, la típica indumentaria del cuidador, la envergadura y arboladura de los toros y la peculiar señal de oreja y hierro de la ganadería. Respecto a este último punto conviene recordar la singular manera con la que se herraba en esta casa, de manera que el hierro ganadero (un número 9 que parece ser representa el número de colmenas del escudo de Colmenar Viejo) se marcaba entre el lomo y el costillar, a diferencia del resto que elegían los cuartos traseros para imprimir sus marcas distintivas.
A pesar de todo ello, la ausencia de una referencia explícita en la propia foto al nombre de esta ganadería nos impide poner de manifiesto una sospecha que se convertirá en realidad, pasado un tiempo, al descubrir una publicación que curiosamente está fechada…¡¡doce años antes!!. Realmente sorprendente. En el número 1 de la revista Pan y Toros, del 6 de abril de 1896, en su página 5 ¡¡aparece exactamente la misma foto!!, que es ni más ni menos la de los seis toros que inauguran la temporada en Madrid la tarde del 5 de abril de 1896.
En ella (volteada horizontalmente, sin colorear y de mayor amplitud de campo ya que aparece más espacio, en el que se incluyen siete toros) se recoge expresamente tanto la ganadería que se trata, efectivamente de Aleas, como los nombres de cada uno de los toros (Famoso, Dominguero, Ranchero, Carrasco, Coralo, Jardinero, Batanero), alguno de ellos caso de Coralo, y Jardinero típico de una familia jijona que también aparece y se conserva a día de hoy, 120 años después, en todas aquellas reatas de Martínez y derivados, sobre todo los de la línea de Montalvo-Arranz. Señalar que, al tratarse de una foto de 1896, los ejemplares que en ella aparecen son de mucho antes de la cruza con Santa Coloma, es decir son mayoritariamente jijones, ya que por aquella época todos los animales que dieron lugar a la ganadería eran de esta línea fundacional, excepto el toro Azulito, del Barbero de Utrera (Casta Vistahermosa), que se utilizó puntualmente como semental. Tanto antes como después todas las puntas de cría fueron jijonas, hasta que a partir de 1914 se empezaron emplear sementales de Santa Coloma - Cracilano Pérez Tabernero.
Testimonios como éstos son de un gran valor para conocer un poco más la historia de una raza que ha quedado desterrada en el más injusto de los olvidos.