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jueves, 18 de septiembre de 2014

La calle Tenerías en Villarrubia de los Ojos, otro vestigio de la histórica importancia del ganado vacuno en esta localidad.




Indicador de la calle Tenerías en Villarrubia de los Ojos.

   La calle Tenerías en Villarrubia de los Ojos nos demuestra la importancia que tuvo prácticamente hasta principios del siglo XX la cría de ganado vacuno. En las tenerías se curtía el cuero de vacuno que después tendría distintas aplicaciones. La abundancia de este ganado en la zona justificaría que se realizara esta actividad en la localidad. En los anuarios económicos de principios del siglo pasado se menciona el cuero curtido como uno de los productos elaborados en la localidad.

Ubicación de la calle de las Tenerías, coincide con zona de arroyos que proporcionaba abundante agua necesaria para el manejo de las pieles y su posterior curtido.




Enlace:
Lema: tenería de la Real Academia de la Lengua

"Gran corrida de toros de encaste torista" en un cartel de toros, el espectáculo celebrado y su resultado.

   
   La expresión en un cartel de toros: "encaste torista", como elemento descriptivo y también publicitario de un espectáculo taurino, nos ha llamado la atención porque pareciera que el toro y su diversidad tienen cierto protagonismo en este evento. 

   Los que deciden, cómo organizar un espectáculo, tienen presentes las preferencias de los posibles espectadores, y entre éstas, deben estar las variedades raciales catalogadas ya, como "encastes toristas", "encastes minoritarios", "ganaderías duras" o "encastes amenazados de extinción". 

Cartel anunciador de la corrida de toros de "encaste torista" celebrada el pasado 15 de septiembre de 2014 en Piedrabuena de la provincia de Ciudad Real, con toros de la Ganadería de Dolores Aguirre.

   Cabría entenderse que, en estos espectáculos se devuelve el protagonismo a la diversidad de la raza del toro, especialmente, las demostraciones de que su bravura está más presente en unas variedades que en otras. Parece ser que hay menos público en los espectáculos "toristas", que se diferencian de los que muestran sus preferencias por los espectáculos "toreristas". Este esfuerzo en prescindir de la recaudación que daría otro tipo de espectáculo con mayor garantía, se compensa por la fama que la plaza tendrá. De hecho, ya hay plazas en las que prima la seriedad en la selección del ganado y otras, en las que este aspecto no se tiene en cuenta y sencillamente se acude al escalafón taurino para contratar a los espadas que mejor se adaptan a las disponibilidad de tesorería y agenda de los toreros. Los compromisos personales entre empresarios y ganaderos históricos también permiten que, de vez en cuando, se pueda colocar este ganado en los espectáculos taurinos. En la plaza de toros de Las Ventas se pueden ver también anunciados espectáculos de encastes minoritarios. 

   Paradójicamente, los que menos entienden este esfuerzo, en convocar un espectáculo en el que prima la demostración de la bravura de una determinada clase de animal, son los profesionales taurinos. 

   Las crónicas de estos espectáculos con el ganado de "encastes toristas" que se ven publicadas, hacen alusión a las faenas de los diestros, como si esto fuera lo importante en este tipo de corridas, pocas menciones a las malas prácticas para que los animales muestren sus aptitudes. Como siempre se nos reenvía a los trofeos conseguidos y a las inadecuaciones del ganado para los lucimientos toreristas. 

  Lo que pudimos comprobar, asistiendo a este espectáculo, es que los profesionales que deberían encabezar los carteles deberían ser los picadores, monosabios y peones de brega. También habría que hablar de la cuadra de los caballos de picar y que no se ve mencionada, en este caso fue la de Manolo Gijón de Almodóvar del Campo en la provincia de Ciudad Real. 

   En otra época el picador era la principal figura.  Incluso en la corridas llamadas "concurso", los profesionales también omiten este deber de dar protagonismo al toro y a la brega necesaria para que la bravura del animal sea comprobada por el público. El lenguaje no verbal que impera en el ruedo desaparece en este tercio. Promover el reconocimiento a la labor hecha por el picador rivaliza con lo que se hace con el matador. Ver saludar a un picador y descubrirse es ya una imagen de la historia. El reconocimiento de su compañeros de cuadrilla hacia éste, también ha desaparecido.

    Otra cuestión que se debe tener muy presente y que preocupa a la gente que acude a estos espectáculo es el trato dado a los animales en el transporte y en los corrales hasta que es lidiado ya que puede no ser el adecuado. Pocas formas hay de acreditar ante el público que ha sido correctamente tratado con su debido descanso, manejo y alimentación. Se podría hacer un esfuerzo en este sentido para demostrar que se han respetado las habituales normas de cuidado del bovino.  

   La cornamenta puede ser manipulada, los profesionales sabrán si ha sido así citando al toro a que remate en tablas. Por la forma de llegar con el cuerno en la embestida a la madera del burladero, se sabe si el toro tiene bien calculada la longitud de su cuerno,  o si este ha sido recientemente disminuida. Hoy no hace falta afeitado, con tenerle puestas fundas y quitárselas muy poco tiempo antes de la lidia ya se consigue el mismo efecto. El comportamiento del animal manipulado y sujetado también tiene su repercusión en el comportamiento en la plaza.  

   Con las carreras que se le obligan a dar, nada más salir y con el asedio multipresencial de las cuadrillas, el animal se queda sin capacidad de recuperación pulmonar, lo que lo limita, ya que estará los apróximadamente diez minutos intentando recuperar su nivel habitual de respiración. Uno de los toros literalmente se echó al suelo agotado por la brega que le habían dado. 

   La prácticas de cubrir al toro con el peso del caballo y cerrarlo bajo el movimiento circular del caballo sin dejarlo salir de abajo y del lado, permiten a los lidiadores seguir consiguiendo ventajas en la movilidad del animal que irá perdiendo su agilidad y capacidad de respuesta. 

   El tercio de banderillas, en otra época servía para que el toro recuperara la movilidad, ahora sirve para dejar al animal listo para aproximarse a este con garantías de que tiene reducidas su capacidad de respuesta. 

   También se juega con la connivencia del público que considera la ventaja del torero de interés para que el espectáculo gane lucidez. Por otro lado la capacidad de influencia de las cuadrillas en el público, sugiriendo lo que tienen que pedir en cada momento, permite a los profesionales conseguir las dosis de castigo que ellos ven necesario en cada animal. 

Picadores en el paseíllo de la anunciada corrida de "encaste torista", verdaderos protagonistas de este tipo de espectáculo. Fotografía de Fermi Guijarro.

   Toreros practicando con la capa antes del primer toro y después del paseíllo. En este tipo de espectáculos, los peones de brega se tienen que emplear a fondo con el capote, ya que se estará pendiente durante toda la lidia de acudir al toro, para que esté bajo un continuo estímulo de este engaño. Fotografía de Fermi Guijarro.

   Picador dirigiéndose hacia el sitio desde el que citará al toro para picarlo, acompañado por el monosabio, otra figura poco conocida y que tiene su protagonismo en el tercio de varas auxiliando al picador. Fotografía de Fermi Guijarro.


   Toro puesto en suerte por el espada. Se puede apreciar cómo las líneas concéntricas que se dibujan en el ruedo han desaparecido. Estas líneas permiten conocer al picador y cuadrilla el sitio dónde se puede colocar el caballo y al toro. Habitualmente los areneros repasan, entre toro y toro, las líneas, en este caso no fue así. Cuando no se respetan las distancias o el caballo se dirige hacia el toro para motivar su inmediata embestida se produce un comportamiento antireglamentario que el público suele protestar. 

   Lo recomendable es que el toro se ponga a cierta distancia, superior al mínimo del reglamento que es la línea del interior del ruedo. Cuánto más distancia haya, más signos de bravura habrá, máxime cuando repite el animal conociendo que cada vez que se acerca, recibe herida en el lomo. 

   Es importante que el animal acuda al caballo con el único estímulo del picador. En la fotografía podemos observar al espada y la cuadrilla que se quedan prácticamente detrás del caballo, esta posición convenida e interesada les permite citar al toro, que el picador aprovechará para colocar el caballo delante y terminará embistiendo al caballo por el estímulo de los peones de brega. Es una adulteración del tercio de varas y que contraviene lo que se persigue en un encaste torista. Es un comportamiento fraudulento porque el espectador no podrá comprobar si verdaderamente el toro acude al caballo por su bravura o por los estímulos ajenos al caballo. 

   La persona que está de espaldas en la fotografía desde el callejón será la que ordene cuándo le tienen que retirar al toro del caballo. En realidad esto es competencia del picador, siendo el espada quien pueda solicitar cambio de tercio al presidente desde la primera vara. El posible lucimiento de los quites con capa en este tercio han desaparecido por completo, no se observó ni uno solo en los seis toros lidiados. Si que hubo alguna buena acción colocando en suerte al toro ante el caballo pero sin llegar a ser lucido. Estas suertes se valoran muy positivamente y en otra época eran las de mayor contenido artístico.  

   Lo que el público espera es que el protagonismo que pueda alcanzar el diestro lo alcance con la colocación del animal y el manejo para que tenga un tercio de varas adecuado a lo que se pretende exhibir que es la bravura del animal en el caballo. Sin embargo el castigo se piensa para que el matador pueda lucirse en su faena de muleta. Fotografía de Fermi Guijarro.

  


  Toro de la anunciada corrida de "encaste torista" de la Ganadería de Dolores Aguirre tutelado por cinco portadores de capote simultáneamente en el ruedo y en la misma zona. Esta práctica obliga al animal a elegir entre los distintos estímulos ofertados que no son los pretendidos por el director de lidia. Para el espectador resulta aberrante que un animal tenga que ser distraído por tantos engaños. Este disparidad podría repercutir en el comportamiento posterior a la hora de valorar su fijeza.  Fotografía de Fermi Guijarro.



   Toro de la anunciada corrida de "encaste torista" citado simultáneamente por cuatro peones de brega y observando con el capote listo para intervenir por espada. Este trato al toro produce falta de fijeza y en nada puede servir par el correcto manejo del animal. En esta ocasión se trataba de dirigir al animal a cierta distancia de la salida de caballos para que los picadores pudieran salir con cierta tranquilidad. Obviamente con cinco capotes simultáneamente utilizados para citar al toro es difícil conocer la respuesta del toro. Otro ejemplo de prácticas a mejorar en este tipo de espectáculos. Fotografía de Paco Zamora. 
   Toro de la anunciada corrida de "encaste torista" de la Ganadería de Dolores Aguirre recibiendo una vara delante de la cuadrilla completa y del matador, dejando prolongar el innecesario castigo sin intervenir en modo alguno. Si ya se ha medido en este envite la bravura, lo lógico sería sacar al toro del caballo y el picador dejar marcado el puyazo. El esfuerzo del animal empujando al caballo de aproximadamente 600 kilogramos inclinando hacia a él de arriba a abajo merma muy considerablemente sus aptitudes inmediatamente posteriores. En una un presunta corrida en la que se quiere exhibir la forma de comprobar la raza brava de un animal cuando su piel es herida se debería evitar el castigo al animal que no miden estos parámetros. Fotografía de Fermi Guijarro.

   Toro echado en el suelo durante la faena de muleta. Lo vemos en la imagen intentándose levantar por el estímulo del capote. Segundos antes empezó a "recular"  o lo que es lo mismo: andar para atrás. Algún miembro del público preguntaba que le pasaba al toro, y la contestación estaba clara, el toro estaba agotado de la faena que le habían dado. Esta es otra forma de obtener ventajas sobre la bravura del animal y que es poco visible por el público. En las faenas de ganadería que permiten medir la bravura de los animales para la posterior selección de animales se respetan los tiempos y se deja a los animales que se recuperen para que acometan a los engaños con todas las facultades. Fotografía de Paco Zamora



   En el libro "Folklore y costumbres de España", obra publicada en 1943 por Casa Editorial Alberto Martín de Barcelona y que edición fascímil reproduce Ediciones Merino de Madrid, hemos encontrado en su página 511 un óleo titulado: "Vista de los corrales de la antigua Plaza de Toros de Madrid (1858) con una corrida de Gaviria, dispuesta para el apartado". 

Al píe de página se cita: " De izquierda a derecha se ven los retratos de un vaquero; del espada Gonzalo de Mora y de un militar. A continuación el picador Manuel Calderón, Don Gonzalo Vilches (aristrócata); el picador Antonio Pinto; el espada Antonio Luque (Cúchares de Córdoba) y un vaquero. En el balcón siguiente el Marqués de Villaseca; la Duquesa de Medinaceli; el Marqués de Bogaraya; la Duquesa de Alba; el espada Francisco Arjona Guillén (Cúchares) y el tenor Tamberlick. A seguida Don Rafael Huertas; la cantante notabilísima Rosina Penco; el espada José Rodríguez (Pepote); La Marquesa de Villaseca; la actriz Berrobianco; el picador Osuna; El ex presidente del Consejo Sr. Arrazola; el eximio actor Don Julián Romea. A continuación un militar y el picador Francisco Calderón. Abajo en el burladero de la izquierda, el espada Antonio Sánchez (el Tato) y el picador Mariano Cortés (el Naranjero) y el burladero de la derecha, el célebre vaquero Antonio Rodríguez (Antoñín)" En la página 581 del libro se observa en el Índice de Grabados que ubica esta pintura al óleo en el Museo Moderno.

   Este óleo se exhibe en el museo taurino de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid y la imagen se ha obtenido de su catálogo. 

   Traemos este óleo a mención para acreditar el protagonismo de los picadores, que eran anunciados en los carteles como protagonistas del espectáculo. También es destacable conocer cómo se cuidaba el ganado en la plaza y cómo este era visitado tanto por espectadores como por los profesionales que después lo tendrían que lidiar. Quizás esto generaría otros problemas pero al menos se evitaban las sospechas de la manipulación. La ganadería que se exhibía era de raza jijona pura.  

   Mucho nos tememos que la organización de estos espectáculos de "encastes toristas" no permitirá que se pueda conservar la diversidad existente en el bovino ibérico, en cualquier caso se agradece que haya iniciativas que lo intenten.  

   Mientras tanto nos quedamos con otra demostración de que los profesionales taurinos están poco interesados en que la diversidad de la raza se acredite y por lo tanto su conservación. 

   Para este espectáculo se contó con la entrega de una cuartilla a cuatro caras en las que se describían algunas normas que afectaban a los espectadores y otras a los profesionales taurinos. Se agradece esta información que ayudan a entender lo que ocurre durante la lidia y el grado de cumplimiento. 

   Se recomienda que se entreguen hojas de puntuación de la conducta del ganado y ficha de sus características.
Ejemplo de ficha que se podría entregar para rellenar por el público en cada toro. Ayudaría a conocer los aspectos que científicamente se tienen en cuenta para definir su comportamiento. Procede el Programa de Mejora Genética de la Unión de Criadores de Toros de Lidia. 

Escala de evaluación de la Bravura para Bovinos de Lidia, recomendable para conocer cómo se puede calificar el ganado y las condiciones que deben darse para una buena evaluación durante la lidia y la tienta. 


Enlaces:

Ganadería Dolores Aguirre Ybarra

Ganadero de caballos de picar Manolo Gijón. Entrevista publicada en la revista Oretania.


martes, 2 de septiembre de 2014

"EL RESPETABLE" se extingue, acobardado por los profesionales de los espectáculos taurinos.


Imagen con la definición "EL RESPETABLE" del diccionario María Moliner:
Fuente: Fichero general de la base de datos de la Real Academia de la Lengua Española. 

"EL RESPETABLE" se extingue, acobardado por los profesionales de los espectáculos taurinos. 

Siempre he pensado que los causantes de la desaparición de las variedades raciales de los animales que históricamente se han utilizado para espectáculos taurinos  son los propios profesionales de los espectáculos. 

Hoy el debate no está en si los profesionales acaban o no con la diversidad existente en los bóvidos ibéricos, que casi lo han hecho,  está en si también producen la extinción de los espectáculos taurinos. De momento el respeto de los profesionales por el público va desapareciendo. En su día, al público que asistía a un espectáculo se le llegó a llamar "el respetable", abreviatura de  "el respetable público". También es cierto que se ironizó con esta denominación.

Para ilustrar la pérdida del respeto de los profesionales taurinos por los espectadores ofrezco un testimonio. No me lo cuenta nadie, soy testigo directo de amenazas de un auxiliador al alguacil y a espectadores por su actuación anti reglamentaria. Tras la denuncia a la Polícia, presente en los hechos, se recomienda silencio y se procede a la identificación de los espectadores para garantizar su seguridad tras el espectáculo, según manifestaron los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.   

Con estas actuaciones de los profesionales taurinos podemos concluir que para ellos el público importa poco, porque quien verdaderamente sufraga los espectáculos es nuestra Administración Pública. A ella se la hace subsidiaria de la decadencia de la, falazmente llamada tauromaquia. Los administradores públicos son conscientes de la notoriedad de este sector por estar asociado a determinadas identidades culturales. Ante el aparente arraigo de los ciudadanos a la asistencia tradicional a los espectáculos taurinos,  los gestores políticos de turno en el poder acceden gustosos a las pretensiones de los profesionales taurinos. Se genera un círculo de intereses entre las distintas administraciones y estos profesionales en el cual, lo que menos importa es el respeto por el espectador y mucho menos por la conservación de las variedades zoogenéticas existentes en los animales utilizados. Se llega a crear figuras como las declaraciones de Bienes de Interés Cultural con el ánimo de pasar a la historia cómo los blindadores de la organización de espectáculos taurinos.  Los intereses económicos de las actividades que permiten que se sigan organizando espectáculos están concentrados en muy pocas personas asociadas a reducidos grupos pero con gran capacidad de influencia política, lo que permite una protección pública del sector.    

La palabra espectáculo ha llegado tener ya el significado de lo que produce extrañeza o escándalo. La homogamia produce estos efectos. Ser espectador objetivo de un espectáculo taurino, sin estar dentro de un grupo cercano, se convierte en una actividad de riesgo. La cobardía se ha extendido entre los aficionados y a la gente le asusta estar en un tendido en el que el peligro no es que salte el toro, la perdición se genera al no mostrar complacencia con las actuaciones de los profesionales taurinos. Incitar a la petición de los trofeos por parte de las cuadrillas es una práctica habitual. Ser parte del público y no pedir trofeos inmerecidos produce señalamientos, indicar actuaciones anti reglamentarias puede ser invocado como incitación al escándalo público. Protestar por la desaparición de un tercio del espectáculo (el de varas, en el que presuntamente se mide la bravura del animal) es ya parte de la antigua tauromaquia en la que en las reseñas periodísticas se especificaban claramente y con todo detalle los pitos con su intensidad y hasta los silencios. 

          Parece muy lógico pensar que quien no se siente respetado abandone su afición de asistir a determinados eventos. Mantener la clientela y recuperar a los desencantados es muy sencillo si se les empieza a tratar con respeto. La nueva tauromaquia frente a la "tauromaquia amarilla" se debe diferenciar. Las verdaderas tradiciones evolucionan y se perpetúan si conservan su esencia. Los blindajes públicos de las antiguas tradiciones que sólo benefician a los que se lucran con la celebración de espectáculos, no son la solución. De momento a los profesionales les ha resultado más rentable fidelizar a las distintas administraciones que al público, en otros tiempos respetable.   

 Para ilustrar las contradicciones existentes en la celebración de espectáculos taurinos mostramos la imagen con el contenido que aparece en  un diario en el que se publica entrevista al presidente de una plaza de toros.
Pregunta al presidente: ¿Cree que uno de los problemas de esta plaza es que no existe una verdadera afición consolidada y que sigue siendo una plaza que asocia los toros a las fiestas, y por ello acusa cierto triunfalismo?.
Respuesta del presidente: Estoy de acuerdo.

Todo esto al hilo del excesivo afán de solicitar trofeos inmerecidos de los profesionales taurinos que intervienen en un espectáculo y de la concesión injustificada de estos trofeos y cómo esto termina siendo un elemento que perjudica la historia de una plaza. 
Profesional taurino amenazando a un miembro del respetable público. Imagen con efecto tiza y carbón de Microsoft Photo Editor. Esperemos que esta conducta y gestos no se conviertan en una prototípica estampa taurina.  

Imagen de la portada de la revista Palmas y Pitos de 1913. Fuente de la imagen y de la información: Hemeroteca Digital
La revista contó con un buen número de corresponsales literarios y fotográficos de provincias, así como en México, a los que el director les exigió que, ante el descrédito que estaba sufriendo la prensa taurina, sus reseñas fueran breves y concisas, además de veraces e imparciales. El título hace alusión a dos de las formas de evaluar la actuación de lo s profesionales taurinos por su intervención en un espectáculo. 



Basándose en modelos económicos y análisis econométricos, la presente obra estudia los fundamentos del mercado laboral taurino a partir de la clasificación denominada «escalafón», que se utiliza desde antiguo en el mundo de la tauromaquia para jerarquizar la importancia de sus distintos actores. A lo largo de cinco capítulos, se examina tanto la información que aporta este ranking como la que oculta, completándose con clasificaciones alternativas que contemplan otros criterios.

Algunos resultados del festejo que computan para medir la posición en el escalafón (Según RAE:Lista de los individuos de una corporación, clasificados según su grado, antigüedad, méritos, etc.) de un espectáculo utilizados en este libro: Cogido, herido, Gran bronca, Bronca, Bronca al saludar, Pitos, Leves pitos, Algunos pitos, Pitos y palmitas, División, Leve división, Ligera división, División al saludar, Silencio, Silencio tras leve petición, Silencio tras petición, Palmitas, Palmas tras ligera petición, Aplausos, Saludos, Ovación provocada por el torero, Ovación, Ovación tras leve petición, Ovación con ligera petición, Ovación tras petición y bronca a la presidencia, Ovación tras fuerte petición, Ovación tras mayoritaria petición, Ovación tras mayoritaria petición, Gran ovación con algunos pitos...

La pregunta es si los resultados del festejo son objetivos o inducidos por los propios profesionales. Conociendo la importancia del escalafón para los profesionales es evidente que necesitarían de una regulación dónde imperara la neutralidad e imparcialidad en la concesión de méritos y se persiguieran la consecución ilícita de trofeos.